jueves, 16 de enero de 2014

San Pedro de Atacama y Calama, Chile.

Acompañá esta entrada con la Vela Puerca..."Zafar"
    


 Efímero paso por San Pedro de Atacama…



San Pedro es un pueblo bien amable, tiene plazas llenas de sombra, se puede caminar tranquilamente a cualquier hora, hay muchas opciones para alquilar bicicletas y recorrer sus callecitas que la gran mayoría son peatonales. Es muy similar al norte argentino, me trae el recuerdo de Tilcara y por momentos Purmamarca. Una contra es que está plagado de turistas y con eso los precios se disparan un poco.


Callecitas del pueblo
 



Disfrutando la sombrita
      



      Las artesanías de San Pedro




Gran verdad
             

Los alrededores de esta ciudad nos tientan, hay geiseres, unos volcanes, un valle conocido como “Valle de la Luna” pero estamos tan cansados de la montaña que permanecemos dos días descansando y nos vamos  para Tocopilla a conocer el Pacífico. Ahí nos espera Eric, nuestro primer Couchsurfing que conocimos en la aduana de Jama.


En el camino nos topamos con Calama…

Sentado e indignado afuera del cyber donde esta Carola veo pasar los pendejos  (y no tanto) chilenos disfrazados de Halloween pidiendo caramelos o no sé qué poronga piden. Ahí viene  uno con cara larga y con una fruta en la canasta de mimbre con la que anda. Se me para al frente y me dice  - ¿dulce o truco?. Quiero retruco - le digo. Me mira como no entendiendo el chiste y se va, sin caramelo obviamente.


  La pampa argentina dentro de 30 años si siguen sembrando soja , soja y soja.
          
   
Hoy llegamos a Calama y creo que hoy nos vamos también. Demasiado grande para nuestras expectativas. La gente, por el contrario a nuestros prejuicios, muy cordial y hospitalaria. Curiosos ellos. Se acercan a cada minuto sin timidéz...que una foto, que una pregunta. Ya le dije a Carola: “acostumbráte a ser famosa flaquita”. Salimos temprano desde San Pedro de Atacama después de que Luis, el dueño del camping, nos tirara con su camioneta para que arranque la pobre rusita que tenía frío. Es la segunda vez que nos sucede. En Jama ya nos pasó una vez y nos tuvieron que tirar también. Así, con todo este panorama decidimos que hoy en Calama ibamos a hacer revisar la Rusita. Y ahí va mi ambigüedad de sentimientos. Vueltas y vueltas dimos hasta encontrar un mecánico que creíamos era el que nos había recomendado el dueño del camping.  Justo lo encontramos de casualidad porque estaba saliendo para el cementerio por el día de los “fiambres” (en chile es feriado por esta razón). Nos presentamos y vino a ver la rusa. Enseguida diagnosticó que solo eran las bujías. Ahora el tema era conseguirlas nuevas y en un día feriado. Fuimos a un par de lugares y no tuvimos suerte. Luego Juan buscó su auto y nos fuimos para el centro a buscar las preciadas bujías. Estaban todos los negocios cerrados salvo uno. Entramos. Era un garaje bien chiquito pero repleto de estantes llenos de cajas, cajitas, cajones de todos los colores y repuestos. El tipo apenas nos saludó, miró la muestra por arriba de sus lentes como hacen estos tipos que venden repuestos y se fue para atrás. Volvió con una cajita azul, sacó una bujía y, efectivamente, era igual a la nuestra. Le pagamos después de que buscara la lectora de la tarjeta de crédito que estaba entre medio de unos repuestos y llena de tierra. Volvimos a la rusa en donde estaba esperando Carola. Juan buscó las herramientas y mientras le hacíamos preguntas para poder aprender, él nos cambiaba las bujías. Terminó su trabajo y le preguntamos si le debíamos algo. Se había movido bastante, había llamado por teléfono a distintas casas de repuestos, había ido a preguntar de un amigo si tenía una, lo veíamos con muchas pilas. Veinte nos dijo. ¿Qué es veinte?  - le pregunté - (sinceramente no conocía el cambio todavía). Veinte mil, repitió. Resumiendo, es algo así como cuatrocientos pesos. Cambio de bujías a dos salames que no saben un coño de mecánica y lo dejan en evidencia cada vez que hablan, en un día feriado, parece que se cotiza eso. Dolió. Más por el acto que por el valor de la moneda. Parecía un tipo fiable pero resultó un oportunista. A todo esto no teníamos efectivo y las casas de cambio estaban cerradas. Nos fuimos a una estación de servicio a cargarle con la tarjeta a otros clientes así ellos nos daban su efectivo. Después de dos o tres cargas conseguimos llegar al monto y se la llevamos al "honesto" mecánico. 


  De las pocas cosas que rescatamos de Calama, los grafitis.
              

¡En Calama no hay plazas! No hay casi árboles. Cuando preguntamos por un parque para ir a descansar y comer algo, toda la gente nos señala el mall (shopping). No existe un lugar donde respirar un poco de aire puro.
Disgustados con la ciudad nos vamos hasta una estación a Chuquicamata, a pocos kilómetros de la ciudad, donde comemos algo y pasamos la noche.
Mañana viajamos temprano, Tocopilla nos espera.

     Pacífico, allá vamos...
      
  
  Cheché

miércoles, 15 de enero de 2014

Cruzando la cordillera de los Andes. Argentina - Chile.

Acompañá esta entrada con la negra Sosa, "Agua, fuego, tierra y viento", una caricia para el alma... 

                           

Cruzando la cordillera de los Andes

El viajar a poco más de quince kilómetros por hora me hace acordar al viaje en bicicleta con Manuel y Gabi. El esperar que se enfríe el motor me recuerda a cuando en las cuestas con Manuel nos bajábamos de nuestras bicicletas y encarábamos caminando. Algo parecido estamos viviendo hoy con Carola pero con la rusa. Hoy empezamos nuestro recorrido hacia Chile y no se nos presenta nada fácil.
 
La niebla no nos hace el trámite más sencillo. (Abajo hay precipicio!!!)
                   
 
La cuesta tiene algunas curvitas
                  

                                                       
                                                      estamos en el cielo... 


En la cima de la Cuesta del Lipán, costó pero llegamos!!                

En el camino, disfrutamos las Salinas Grandes…


El inmenso desierto blanco
                  
El primer tirón fue llegar hasta Susques, el último pueblo de Argentina en este paso hacia Chile…

   Cargamos combustible en lugares imposibles.

Uno de nuestros últimos cielos argentinos, en Susques (Jujuy)               
En Jama, nos ocurre el primer “problema con la rusa”. Al dormir a 4300 msnm y tener las bujías medias quemadas se nos complica el arranque…(aunque aún ahí no sabíamos que estaban quemadas)

  La estación del primer inconveniente

Mientras estamos desayunando llega el “pelado”, un personaje que viene bajando desde Ecuador con su mujer (Felicitas) y su hijo (León). Hace un año que  viajan y hace dos días que se le pinchó una goma, sólo eso en un año de viaje. 

- ¿Ustedes están bajando o subiendo recién? - me pregunta el pelado mientras se baja de su auto con un sanguche de palta y una sonrisa pegada en la cara-
- Estamos subiendo, salimos hace poco -respondo, mientras me bajo de la rusa para saludarlo.
Al instante baja Felicitas, que empieza a hablar con Carola y a mostrarle sus artesanías recicladas.
El pelado enseguida se preocupa por nuestro problema y, sin saber nada de mecánica pero con mucha ganas que contagian, intenta encender nuestra camioneta de millones de formas. Yo, analfabeto mecánicamente, lo dejo hacer a gusto. Hasta intenta con fuego: “esto lo hacía un amigo que tenía un Rastrojero, en una de esas funciona” me dice. Sacamos el tubo de la toma de aire, enrolla un algodón en la punta de un alambre, lo enciende, y mientras yo le doy arranque, el tarado este asoma el algodón en fuego al orificio para la combustión.
- Para, para, para!!!- lo escucho gritar- se fue para adentro, se me fue el fuego para adentroo!!!
Enseguida dejo de intentar dar arranque y corro para abrir el filtro de aire en donde encuentro el algodón ya húmedo en aceite pero humeando.
Vuelvo a cerrar el filtro.
Mientras divagamos  que hacer pasa una Toyota Dyna (el mismo motor que nuestra rusa) y lo corro a preguntar si me da una mano. Me dice que deja una encomienda y viene en auxilio.
El tipo esta apurado, nos da un par de indicaciones, de las cuales entendemos la mitad y que obvio, no funcionan.
Viene el playero que con alambre, agua hirviendo, unos artilugios, un sacafiltro, intenta, intenta pero no logra nada.
Tantos intentos de arranque nos dejan sin batería a la manoseada rusita.
El pelado nos hace puente.
Llega Eric, otro barilochense que anda recorriendo el norte argentino con una chata con el volante a la derecha.
- ¿Los tiro con la lanza?- nos ofrece.
Como el tirarle agua caliente, el prenderla fuego y el aflojarle los inyectores no resultaron decidimos aprovechar la propuesta de Eric.
Me lanza cincuenta metros y la rusa arranca con ganas de salir a la ruta. 
Agradecemos por la gran ayuda, tomamos una foto todos juntos, cargamos combustible y nos vamos a cruzar la frontera de una buena vez.
Fue increíble como en pocos minutos  llegaron tantas personas en auxilio. Había leído de eso, de no preocuparse cuando pasa algo, que siempre hay gente que acude en ayuda, que siempre hay solución. Pero el vivirlo, el experimentar eso de que tanta gente te brinde ayuda desinteresadamente me emocionó, nos emocionó.


  Por ellos cruzamos a Chile…
Cielo de Jama, último cielo argento
Nuestra entrada a shhilee güevon!!

A cada minuto debemos mirar el reloj de temperatura. La mirada va del reloj al bidoncito de agua para ver si hierve o hace algo raro que no sabemos cómo resolver más que parar y esperar.

La altura máxima que alcanzamos...
     
Estamos en la parte más alta de toda esta cordillera imponente y que nos hace avanzar a cortos pasitos por sus grandes subidas. Vamos avanzando despacito  y echando humo negro a morir. Tenemos ganas de ver la llegada a San Pedro de Atacama, a Chile. La altura nos tiene mal, con dolores de cabeza, mal dormidas y un poco de mal humor. No nos gustan las subidas, y a la rusa tampoco. 

Carola jugando con los bloques de hielo al costado de la ruta.
   Desierto de Atacama, Chile
Y más desierto. 
No sabemos qué nos espera pero sabemos que va a estar bueno. Después de tanto esfuerzo, atrás quedó Jama, Susques, la Cuesta del Lipán. Todo durísimo, todo costó. Solo nosotros sabemos lo que transpiramos para poder cruzar esta bestialidad de montañas.

   


Durante todo el cruce de la cordillera fue así.  Avanzar un tramo, calentura, parate. No fue nada fácil, el calor que te quema la cabeza, la altura que te hace sentir que tu cerebro tiene cinco kilos más de presión. Muy duro. El llegar a la cima, a casi cinco mil metros y ver por momentos bloques de hielo más altos que la rusa incluso, fue una experiencia increíble. El momento de llegar a la bajada que anuncia que San Pedro de Atacama se encuentra a treinta kilómetros ruta abajo fue nuestro momento más feliz en las alturas de los Andes. Estábamos cansados de tanta montaña…



Cheché...

Jujuy y sus colores. Argentina

Acompañá esta entrada con este hermoso tema, recuerdo de carnavales vividos...Divididos "Guanuqueando"

                                             


Juegan Itagüí contra Curitiba. No tengo la menor idea de que país  es Itagüí. Atrás de uno de los arcos hay canchas de futbol 5 en donde sus jugadores ni bola le dan al partido. Es la copa sudamericana, en la cancha hay como 500 hinchas, una tristeza. Afuera llueve, estamos en Tilcara. Esta noche la YPF será nuestro albergue. Nos cruzamos al barcito de la estación a resguardarnos un poco del frío y del agua.
A nuestro lado una familia. Un padre y tres hijos. Todos ellos gordos. Comen “sanguches” de mortadela o milanesa y de mortadela y milanesa. Ninguno de los cuatro tiene cuello y están compartiendo una Fanta. Grande claro.
Carola toma su té de coca para ir ambientándose a la altura que hoy la tuvo a mal traer. Me mira y se ríe. Revisa su celular. Habla, se escribe en realidad, con la flaca o Sofi seguramente. En pocos días más, no creo más de tres, nos vamos para Chile. Una etapa nueva, ahora si vamos a lo desconocido. Todo nuevo. Yo, en particular, tengo ansias de ir hacia esos caminos jamás recorridos. También está la cuota de temor por lo desconocido pero es mínima, imperceptible. También tengo mucha expectativa por el contacto con gente nueva. Situación que dentro de nuestro país no se nos dió mucho.
Nos llevamos muchos colores de este Jujuy inmenso que en cada visita nos regala algo cada vez más mágico. Como las huertas que visitamos en Maimará o Las lagunas de Yala y la cantidad de nogales que crecen en el pueblo como si fuesen plaga. El norte argentino siempre impacta al viajero, por sus colores tan vivos en las montañas, las nubes y las sombras, que todo parece una pintura de acuarelas ocres interminables…

En el camino, las ondulaciones de la montaña hacen que nos detengamos a mirar el paisaje acompañados de unos ricos matecitos. Bajamos a contemplar toda esa inmensidad que nos abraza.

   
Descubrimos un cuadro impecable: sembradíos al costado del camino, infinidad de líneas que se pierden en el horizonte y nos muestran una cultura de trabajo artesanal, de cultivar la tierra con el esfuerzo del hombre y del animal, cooperando en equipo.
Enmarcando las texturas verdes, de fondo se imponen las montañas de la Quebrada de Humahuaca  que acompañan la vida en las poblaciones, fiel testigo del paso del tiempo y de las estaciones…

   

   

   
 MAIMARÁ
 
Seguimos camino y encontramos la belleza de Maimará. Lo primero que muestra al visitante es el cementerio de montaña, las pequeñas construcciones se adaptan al terreno y resulta una obra tan pegadita al suelo como al cielo. 

  
   
Salimos a descrubrir el interior de Maimará en bicicletas…el aire se vuelve aún más puro al pie de la Quebrada. Aparece “la paleta del pintor”, conocida porque en ese sector los colores se concentran y se vuelven más vibrantes.
Es un sueño quedarse mirando esta obra de la naturaleza, el color trasmite energía, es toda admiración.
 
   
Seguimos recorriendo…aquel paisaje que observamos desde la ruta, ahora podemos apreciarlo bien de cerca. Las acequias recorren los canales laterales. Familias enteras trabajan en el silencio de la tarde. El verde que asoma en la tierra, una prolijidad única. Las plantaciones describen el mismo tiempo de crecimiento e intensidad.

   
Pero más allá del encanto de conocer estos pequeños paraísos lo más notable fueron los gestos que tuvieron con nosotros en Jujuy:
                          
Salimos del supermercado, nos acercamos a la combi y vimos que la puerta estaba semiabierta. Nos asustamos. Lo primero que pensábamos fue “nos robaron la puta madre”. Encima sacamos la alarma y lo primero que oímos fue el sonido que da aviso que la alarma se activó. Más cagazo. Abrimos la puerta y estaba todo en su lugar. Cada cosa que habíamos dejado, respetaba su posición. Revisamos y efectivamente estaba todo. No faltaba nada. Habíamos dejado la puerta así nosotros.
   Antes de arrancar la rusa vemos en el limpiaparabrisas un grupo de libritos. Creíamos que eran unas simples propagandas del mismo súper o de alguna iglesia evangélica (al menos eso pensé yo). Cuando los quitamos nos dimos con que era un regalo que nos había dejado un chico que vendía estos libritos de mándalas y coplas  populares. En la parte posterior avisaba: “que tengan un buen viaje, les dejo este presente como un recuerdo de su paso por Jujuy” y su firma  ilegible. Quedamos emocionados con Carola. El gesto nos alegró el día. Siempre hay alguien en la ruta que nos saluda o en un pueblo que nos pregunta del viaje. El otro día, por ejemplo, en el pueblo El Carmen nos arreglaron la garrafa sin costo alguno. Esos pequeños gestos , nos emocionan y nos dan muchas ganas de seguir a conocer y cruzarnos con más personas como estas que nos llenan el día.
  
Carola me recuerda momentos de Purmamarca y unas palabras que le hicieron eco en la peña “mis amigos”:

Volvemos a Purmamarca. Estamos felices, es bellísimo este lugar. Ya estamos por pasar a Chile, la primera frontera que nos espera del otro lado de estas montañas. Estamos ansiosos…por todo lo que está por venir y con muchas ganas de afrontarlo!!!

   
Nos despedimos de Argentina en una buena peña, música en vivo, empanadas de queso y una rica cerveza bien helada. 


    
Las peñas argentinas son un sentimiento que podemos aún trasmitir a los extranjeros que nos visitan. Nos hacen bailar unas chacareras que si bien, no tenemos mucha idea, salimos a bailotear junto con las demás personas que están ahí. Todos intentamos los pasos y nos divertimos…


  
Al final, el cantante hace una pausa y pregunta a cada uno los nombres, de dónde vienen o adónde van. Nos toca el turno, les contamos que estamos cumpliendo un sueño, que salimos a recorrer toda Latinoamérica. Nos escucha atentamente y nos dice:
“¿Sabían ustedes que son unos privilegiados, de poder viajar hoy en día? ¿De invertir parte de su tiempo en aprender viajando? La mayoría de las personas quisiera, pero no puede, por diversos motivos. Aprovechen esta oportunidad al máximo… son unos privilegiados.”  - vuelve a reiterar.
Nos vamos a dormir a la combi, pensando en esta última idea. Quizás aún no caemos de la inmensidad y la importancia de este sueño. Esta reflexión nos abre un poco más los ojos…


Carola y Cheché...


Pd: De regalito un relato de Eduardo Galeano, "Los colores":