domingo, 15 de noviembre de 2015

Parque Nacional Cahuita. Limón, Costa Rica

Acompaña esta entrada con este tema de Costa Rica y sus bellezas naturales.



Parque Nacional Cahuita es la naturaleza en su estado más puro. Este es un post meramente fotográfico con las imágenes que pudimos capturar durante nuestro recorrido por el Parque. Una explosión de color, sonidos, aromas y sensaciones...que esperamos disfruten tanto como nosotros.


Un poco de información de Parque Nacional Cahuita

Cahuita viene de los términos “Kawe” que significa “sangrillo” (árbol de la zona) y “Ta” que significa “punta”, o sea “Punta Sangrillo”. 
Los primeros pobladores de Cahuita eran pescadores que se asentaron en lo que es actualmente el Parque.
Se encuentra ubicado a 43 kilómetros al sur de Limón, a la par de la costa. Este sitio cuenta con 1067,9 hectáreas en el área terrestre, 600 ha en arrecife coralino y 22,400 ha de área marina. 
Su importancia es que el parque fue creado para proteger la flora y la fauna terrestre, los arrecifes de coral y varios ecosistemas marinos. Tiene uno de los Arrecifes Coralinos mejor desarrollados de la costa caribeña y uno de los más importantes de Costa Rica. 
El elemento más atractivo de este parque es la vida marina que vive en los diversos bosques acuáticos, donde florece el coral cerebro. También es posible encontrar una gran gamma de peces tropicales, adornados con colores brillantes y llamativos, escuálidos, rayas y anguilas también son residentes permanentes, por la biodiversidad de estas aguas es un lugar ideal para bucear. 
Además es posible encontrar una gran variedad de animales terrestres como mapaches, cangrejos, monos, pájaros, coatis, ranas, culebras, otros reptiles y muchos insectos.


En nuestro paso por Cahuita disfrutamos de quedarnos debajo de la sombra de un gran árbol al pie de las aguas turquesas del Caribe. 

                       
manzana de agua
                    
En nuestro recorrido por el Parque tuvimos las suerte de poder ver muchos animales, de los cuáles algunos nos cuentan que no es tan fácil encontrar como la serpiente Bocaracá. Es una especie venenosa de América Central y Sudamérica. Pequeña y arbórea, se caracteriza por su amplia gama de variantes de color, predominantemente amarilla, así como por una especie de “cuernos” situados sobre los ojos.

serpiente Bocaracá
cangrejos azules
                        
                     
sutilezas
              
pequeños hongos naranjas
lianas
hojas transparentes
                       
libélula azul
              

Caminamos disfrutando el ruido de la selva, de los pájaros. Nos detenemos un momento porque un sonido diferente nos sorprende. Vemos a nuestro lado un montón de lianas colgando y en el medio un perezoso subiendo lentamente con su bebé abrazado a su pecho. Que hermosura ver esa ternura tan cerca de nosotros. 

                        
perezoso y su bebé subiendo los árboles
                 
ermitaño
ojitos mirando debajo del caparazón
                         
                    
coral cerebro
                           
                                
mono cariblanco
                                
                                
                           
                     
                          
                  
                     
                               
                   
                  
                     
admirando a los mapaches
hormiga arriera

Saliendo del parque nos sentamos en un barcito a probar un nuevo jugo típico del lugar. No recordamos bien su nombre, pero si su sabor bien dulce, su color rojo intenso y sus semillas esponjosas. Después de leer los titulares del diario, estamos listos para continuar nuestro viaje. 


                   
                    
Abrazos inmensos.
Carola y Cheché.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Un hermoso lugar en el mundo. Puerto Viejo. Costa Rica

Acompaña esta entrada con este tema que te invita a visitar COSTA RICA, un paraíso natural en el mundo.


Con muchas ganas de seguir viaje, vamos rumbo a otro nuevo país: Costa Rica. La frontera queda apenas a dos horas de Almirante. Este pueblo marginado durante años por toda Costa Rica nos regaló unos de los meses más ricos del camino. Se trata de Puerto Viejo, un pueblito de pescadores al pie del mar Caribe. Un lugar de gente muy entusiasta con muchos emprendimientos naturales, paradisíacas y casi vírgenes playas, personas amables envueltas en esa selva espesa inundada de monos y perezosos.

Llegando a Costa Rica
Llegamos de noche sin poder apreciar bien cómo era el lugar, por lo pronto buscamos un sitio seguro donde dormir. Estacionamos en las afueras del pequeño centro, debajo de una gran vegetación donde creemos que debería empezar la playa. La noche está muy oscura y cerrada, no hay luna y no podemos ver nada. La gran sorpresa la tenemos al amanecer, estamos frente a otro gran paraíso, como tantos que pudimos conocer dentro de este hermoso viaje. Fue amor a primera vista. Sentimos que el lugar nos recibió con la mejor energía, nos abrazó para no soltarnos por unos inolvidables meses.

                       
la vista desde la combi
Cómo no recordar ese primer día. Nos golpea la puerta de la combi Fanky, que se acerca con un racimo de bananas para darnos la bienvenida al barrio, ofrecernos el baño y charlar un poco del viaje. Él es venezolano pero vive aquí en Puerto Viejo hace ya algunos años con su familia.

NUESTRA ESTADÍA EN PLAYA COCLES

Pasamos toda nuestra estadía durmiendo en la playa Cocles. Playa bien gigante con olas enormes succionadoras de personas. La mayoría de los días los guardavidas tenían que sacar a más de uno que se aventuraba aguas adentro y no podía volver. Los que disfrutaban a pleno las rebeldes olas eran los surfistas que desde la mínima claridad del día se sumergían para hacer sus piruetas al compás del agua.

nos quedamos refugiados debajo de un bosquecito natural
nuestra casita y el gran patio
                      
esta gordita negra es nuestra fiel compañera de todos los días, perra bien playera si las hay...
Observando todos los días a un señor que baja los cocos para venderlos, Cheché aprendió la técnica y aprovecha cualquier palmera para buscar uno. ¡¡¡Monoooo, monito!!!

                   
               
                  
Sabemos que también están en Puerto Viejo los locos cordobeses que conocimos en Bocas del Toro. Nos contactamos con ellos para juntarnos y compartir el tiempo que estaremos acá. En la misma casa que alquilan vive Peluca (David), este gran personaje es de Carlos Paz, su familia ahora vive en Cuesta Blanca, pegadito a Icho Cruz donde todos los veranos vamos a vacacionar, que hermosa coincidencia. Hay dos locos más de Carlos Paz Andy y Esteban, y un amigo de todos ellos que vino un tiempo de vacaciones a Puerto Viejo, el loco Jony, oriundo de Buenos Aires. Menos David los demás se conocen por compartir trabajar en teatro haciendo escenografía, sonido y puesta en escena. Todos la mejor de las buenas ondas, al principio pasábamos un ratito, nos prestaban el baño, o una buena ducha, pero muchas veces nos instalábamos en su casa y éramos uno más de esa gran familia de amigos. Con los días fue creciendo una hermosa amistad.

                
En Cocles, todos los personajes que estaban dando vueltas por ahí paraban a tomar mate o a charlar de cualquier pavada. La extensión de la rusita era como “nuestro gran patio” donde recibíamos muchas visitas a diario. A la mañana temprano caía siempre algún turista perdido mendigando orientación, más cerca del mediodía aparecía el loco de la gorrita y la bicicleta que no sé cómo se llamaba. Apenas saludaba con un gesto con su cabeza se acostaba sobre su mantita, mientras apoyaba su cabeza siempre en el mismo tronco que ya parecía tenía la curvatura de su nuca. Se prendía un cigarro y contemplaba el mar con mirada de poeta. Más tarde aparecía el loco Luis, personaje con mayúscula. Venía a contar siempre las ideas que tenía, los emprendimientos de empanadas argentinas que quería realizar, planificando armar un carrito en su bicicleta y queriendo recorrer las playas de punta a punta con las ventas. Hace treinta años que salió de Argentina pero no ha perdido ni un poquito el acento. 
Antes de entrar a la pizzería Andy se daba una vuelta junto con el loco Jony mientras iban a probar suerte con alguna señorita en la playa o a intentar surcar las olas de la salvaje Cocles.

el loco Yoni relojeando qué hay de nuevo por la playa
                       
Cheché con los surfers Andy y Yoni 
Pasadas las dos de la tarde, cuando salía temprano, entraba en escena Peluca y sus panes infalibles. Panes rellenos creación típica de cualquier hippie ambulante. Igualmente David (peluca) había optado por una forma triangular tipo empanada árabe que lo distinguía. Le metía muy poca onda a la venta pero siempre vendía todo salvo los infinitos días de lluvia que eran una tortura para todos bajo el plano laboral. Más para él porque “día de lluvia” era equivalente a usurparle la casa a él, Andy, Esteban y el loco Jony poseedores de un techo en el que no filtraba agua como el nuestro, dueños de la luz, wifi y del oso pelón hurtador de bananas.

David y sus infaltables panes rellenos
En realidad íbamos la mayoría de las tardes a su casa. Siempre había una excusa. Compartíamos mucho. Esteban y Andy laburaban en una pizzería así que coincidíamos más con Jony y Peluca que se la pasaban llenando sus castigados cuerpos con arroz, atún y mayonesa casera no ligada. Tengo el vago recuerdo de una vez peluca cocinando chorizo con zapallo en una plancha eléctrica que tenían olvidada en la cocina.

la mayonesa "poco ligada" que cada tanto hacían en esa casa...
¡¡¡choripanessssssss!!!
David y sus ñoquis caseros donde quiera que vaya...
ñoquis y vinito "closs" por supuesto como maridaje
siempre hay una comidita como excusa para juntarse
pequeños GRANDES momentos
¡¡¡cuánto nos querés hacer reír!!!
¿quién le enseña a quién a hacer la masa? ¡¡¡esas caras!!!
David ya tiene su receta de todos los días
el loco Santi le pone su toque culinario también en cada juntada
Andy
salen pizzas caseras para todos
                  
                 
                   
                       
Habían adoptado a varias mascotas vecinas que ya tomaban la casa como propia (como nosotros bah). La Lulú, una especia de labradora osicuda del caribe, el Wolf un impecable lobo albino, también estaba Tico un gatoperro muy inteligente, el oso pelón que no fue bautizado y que entraba por las noches a robarse algunas bananas y por último apareció el gruñón, perro ciego y bien arisco fiel compañero de peluca. 

la hermosa Lulú
ella espera siempre así en la puerta
ternura
los mimos de Anabelle
Wolf
También conocimos a un personaje que vivía vecino a los chicos, Yeferson. Él como nosotros estaba instalado en la casa, y con sus frases típicas que tiraba en todo momento: “Ahí te va la pañalera”, “La paraste de pecho colorado”, y a David le decía siempre…“Peluca sabeeeeeee”.
Lo aprendimos a querer mucho, como a todos los demás. Cuando llegábamos y estaban todos ellos, a mi (Carola) me saludaban como un pibito más, chocando un puño cerrado, todos nos reíamos y quedó esa anécdota entre el grupo. Logramos entre todos una afinidad y una confianza muy linda.

hay amor ahí ¿eh?
payaseando Yeferson, David y Cheché
                   
Por las tardes, cuando el trabajo se lo permite, viene Santiago a visitarnos. Él se acercó a conversar con su termo bajo el brazo, su guitarra y una tranquilidad que lo caracteriza, con la soltura de conocernos de toda la vida. Pegamos buenísima onda desde el primer día. Rosarino de nacimiento pero viajero y oriundo de muchos lugares por los que fue visitando. Gran cebador de mates como pocos. Santi ama profundamente a los animales y tiene un gran carisma con ellos. En Puerto Viejo trabaja en una finca con caballos, llevando a los turistas a cabalgatas por la playa o circuitos por la selva. Además es voluntario en un centro de recuperación de animales, cuidando monos de todas las especies, siempre nos cuenta unas historias llenas de vida que nos desbordan el alma. 

                    
                  
                 
Armábamos una fogata, tomábamos un vinito, comíamos algo. Con él podíamos hablar de cualquier tema, es abierto y muy interesante para perderse en una charla por horas. Con los días fue creciendo una linda y sincera amistad. También fuimos a cenar algunas veces a la finca y compartimos nutridas charlas durante toda la noche.

              
              
FERIA ORGÁNICA

Los sábados íbamos a vender a la feria orgánica nuestras artesanías. Era el único día de la semana que el pueblo madrugaba para ir a comprar productos, el movimiento empezaba a las seis de la mañana y duraba pasado el mediodía. El resto de los días, Puerto Viejo no empezaba sus actividades hasta después de las nueve. Era un lugar muy lindo de aprendizaje e intercambio. Los puestitos eran de pequeños productores del lugar y de la zona que exponían sus productos, la mayoría orgánicos, para venderlos y difundir las buenas ideas que tenían. Muchos emprendimientos autosustentables dignos de gran admiración: plantaciones de cacao, hortalizas, frutas, aceite de coco, vinagres de bananas, fermentados como “combucha” que sirven para alcalinizar el cuerpo, como otros tantos brebajes listos para prevenir alguna enfermedad o curarla. Otros tantos ofrecían cosméticos y cremas naturales: jabones, dentífricos, cremas faciales, corporales. Todo sin presencia de químicos sino con el esfuerzo de que sea lo más orgánico posible. Era un despliegue de productos alternativos y gente con ganas de enseñar. Un buen espacio en el que nos aprovisionábamos de la verdura para toda la semana. Maracuyás, hongos, rúculas, choclos, palmitos, berenjenas y muchos muchos etcéteras más. Algunas veces hacíamos intercambio de algún muñeco por algún producto orgánico comestible.

productores de la zona
                
despliegue de muchos productos orgánicos
                 
Aprovechábamos a tomar mate y a ponernos al día con Lorelay, la gurú del origami. Ella había llegado a Puerto Viejo hacia poquito también desde Argentina en una traffic casi sin escalas con su pareja Oscar. Los conocimos una tarde en la playa de Cocles, ellos se estacionaron muy cerquita de nosotros. Querían instalarse en Puerto Viejo porque ya lo conocían y les había parecido un buen lugar para vivir. Una linda pareja de soñadores, charlar con ellos fue muy interesante, muy abiertos, luchadores, íntegros. Con lo que pudimos compartir sentimos que nos unían ideales, valores y afirmamos en nuestro intercambio que es posible ir detrás de los sueños que tenemos, jugarse y no abandonarlos por nada. ¡Hermoso conocerlos! Siempre estará pendiente volver a visitarlos en su casita en este hermoso lugar en el mundo.

Lorelay entre sus hermosos origamis
mil grullas
                  
arte puro
                  
la estrella roja viaja en la rusita como protección para el camino
nuestro puestito
Con Naty participando en la feria
Además de ir a la feria los sábados nuestra labor semanal consistía en vender macramé por las playas. Habíamos comenzado vendiendo trufas de chocolate y tacos vegetarianos, el comienzo fue bueno, después de las ensaladas de frutas de Bocas del Toro, era nuestro segundo intento en la venta de comidas. Nos organizamos, Cheché preparaba el menú y yo salía entusiasmada a venderlos. Todo marchó bien, pero un par de días malos nos hizo cambiar de rubro. 

salen ricas trufas
                 
Así tomo más fuerza el tan odiado macramé entumesedor de cervicales y maltratador de manos invadidas de tendinitis. Todos los días nos levantábamos a tejer mientras desayunábamos con el agitado mar frente a nosotros, lo tomábamos como un trabajo, apostábamos a que con esta nueva estrategia podríamos generar algunos recursos más. 
Teníamos sólo cuatro colores, uno más feo y menos vendible que el otro. Amarillo sin ganas, lila viejo, verde militar retirado y negro. Una tristeza. Así salimos a vender. Las pulseras daban lástima pero se vendían. Todavía me acuerdo la primera venta cuando era media mañana, había poco por hacer, tomé la bicicleta y me fui hasta el pueblo a probar suerte. Les ofrecí a las pocas personas que había y ninguno, por obvias razones, se tentó. Antes de irme en búsqueda de mi bicicleta, atada a un farol de la plaza, les ofrecí con pocas ganas a una pareja y para mi gran sorpresa “si, yo quiero una” surgió del otro lado. Yo no sabía ni los precios, “me llevo ésta” me dijo la muchacha. Le cobré y me fui volando hasta Carola a contarle que había vendido ¡una! tenía una emoción gigante.

así tejemos todas las mañanas
                  
                  
nuestros mangueros van llenándose de color
A los días se estacionó a nuestro lado el camión del gran Caleb. Él era transportista de alimentos y se unió al campamento de Cocles junto con la rusa. Esa misma noche se acercó él con sus amigos con los que había viajado, a charlar con nosotros. Caleb va hacia su camioneta y vuelve con dos bandejas de cosas ricas de panadería. Era lo que repartía en los supermercados. Nos obsequió para que nosotros las disfrutemos. Palmeritas y conitos rellenos con dulce de leche. Fue tocar el cielo con las manos en esa noche de lluvia y humedad. 
Él es de San José así que le preguntamos si nos podía hacer el favor de comprarnos hilos para tejer ya que volvía todas las semanas aquí y así ampliar nuestra pobrísima gama de colores.

Con el gran Caleb y sus amigos
Fue así que a los días nos trajo la prometida encomienda. Una grandísima ayuda. De ahí en adelante los mangueros (maderas para mostrar pulseras) fueron una explosión de color exagerado. Así con más producción pudimos dividirnos las zonas y cada uno hacia una playa. Carola era dueña de Cocles y la repasaba dos o tres veces por día según el índice de visitas. Era una gran ventaja tener “la oficina de trabajo” ahí mismo. Podíamos ver cuándo llegaba gente o cuando no. Nos daba tiempo a organizarnos y manejar nuestros horarios. Si se renovaba el público hacíamos dos o tres pasadas y podíamos vender un poco más.
Yo prefería la bicicleta así que me iba hasta playa Punta Uva a unos kilómetros de ahí y a veces un poquito más lejos hasta Manzanillo. Así todos los días que la lluvia nos dejaba. El camino lo devoraba una jungla espesa llena de monos aulladores que aquí los bautizaron congos y perezosos de todos los colores. Era un camino súper disfrutable, era casi como ir levitando con la poderosa bicicleta.

Fue una gran motivación las fechas próximas a la Navidad y Año Nuevo. La playa se triplicaba de gente, venían de todos lados a pasar aquí estas fechas y disfrutaban de los días de playa para comer en grandes familias algún churrasquito en la arena. Ofrecíamos a los grupos más cercanos a nuestra combi y ahí nomás además de comprarnos para toda la familia, nos convidaban platos llenos de comida que ellos estaban cocinando. Era hacer unos pasos y volver a compartir con Cheché churrascos con tortillas y ensaladas. Así repetidas veces, todos nos convidaban algo y era ofensa decirles que no. Fue un gesto de amabilidad desmedida de la gente. Muchos se interesaban en nuestro viaje y se quedaban largo rato escuchándonos contarles algo de nuestro recorrido. 
Nuestras ventas mejoraron mucho y a pesar de que nos dejaba la espalda arruinada tejer todos los días, tenía sus frutos lo que habíamos apostado. 

muchas veces se acercaban a sacarse una foto con nosotros en la combi
Algunas tardes también vamos al centro a los puestitos de artesanos a ver si sale alguna venta. Ahí conocemos a Patricia, una de las encargadas de administrar los puestos, y ella nos permite armar nuestro puesto vecino al suyo. 

Gracias Patricia por lo compartido
Vendiendo conocemos a Carmencita, una mexicana muy piola, con la que pasamos muchas tardes de mates entre tejido y tejido.

Con Carmencita y el loco Luis
Fue un gran aprendizaje darnos cuenta que era mejor hacer artesanías, valernos de nosotros mismos antes que pedir algún trabajo, esto por ahora nos esta dando mayor ingreso y por otro lado, nada como ser independiente y manejar nuestros horarios. Nos sentimos libres administrando nuestro tiempo según lo que queremos hacer.


UN CONTEXTO DIFERENTE, UN GRAN APRENDIZAJE

Para hacer algo diferente vamos a “la Feria del Plátano”, que se hace como todos los años en Bribri a pocos kilómetros de Puerto Viejo. Todo el pequeño pueblo estaba ahí caminando entre los puestos de comida, de semillas, de maquinarias agrícolas, etc. Armamos nuestro puestito de artesanías, se acercó mucha gente pero las ventas no fueron nuestro punto fuerte. Salimos además a ofrecer una bandejita de trufas, y la gente creía que se las estábamos regalando, incluso muchos se sirvieron y ya con la trufa en la boca nos decían “muy ricas”, agradeciéndonos el gesto. Era muy incómodo decirles “no las estamos regalando, sino vendiendo”. En la feria muchos puestitos regalaban el plátano frito en bolsitas, por eso con nosotros también creían que eran de regalo. Fue una experiencia distinta que nos hizo pensar. La misma venta en diferentes contextos como en este pueblito, puede interpretarse de maneras muy diferentes. La cultura marca mucho los comportamientos de la gente.

ETERNOS DÍAS DE LLUVIA

Lo malo de este lugar, es que llueve demasiado. Llueve casi todos los meses del año. De lo bien que está el día, se arma el cielo y cae lluvia torrencialmente. Bien tropical, pero cuando pasan muchos días así, es medio tedioso pasarlo en la combi. Un día nos agarró la lluvia de golpe. Estábamos con David que había vuelto de vender sus panes rellenos, entonces nos metimos los tres en la rusita a esperar que pare. En eso que estábamos charlando, descubrimos algo blanco debajo de la mesada. David pregunta: “¿Qué es eso culiao?” Nos arrimamos y vimos que era un honguito, el típico que podríamos dibujar con palito y sombrerito. Había crecido desde la base de la mesada y estaba ahí bien erguido. Nos reímos un rato, tanta lluvia que hasta hongos nos crecen adentro de la combi. Fuimos a lo de David y cuando volvimos, el hongo había crecido unos centímetros y había chocado contra el techo de la bacha largando un montón de esporas negras. No pudimos registrarlo en una foto, no nos dio tiempo y explotó antes, igualmente nos quedó la anécdota de tanta lluvia.

                    
CONOCEMOS A MUCHOS VIAJEROS EN ESTE PUNTO DEL CAMINO

En Puerto Viejo nos cruzamos con lindos viajeros, que también están conociendo Latinoamérica. 
Viajando en combi como nosotros coincidimos con Naty y Marito que viajan en una Kia Besta “De Gira por América”.
Con los personajes de Anita y Sergio con su proyecto “Abrazamundos” a bordo de su gorda, una Ford de colección preciosa, que por su color rojo muchas veces por donde pasaban los confundían con nosotros. Compartimos unos lindos días conociendo las playas de los alrededores.

todas las combis juntas
De derecha a izquierda: Anita y Sergio, Naty y Marito y nosotros
Con Anita y Sergio; "su gorda" y nuestra "rusita"
Pato y Tebi dos viajeros a bordo de una volskwagen moderna en su proyecto “Andando Vengo”. 
                    
Pato y Tebi
También conocimos viajeros en mochila, personas muy hermosas llenas de historias muy sentidas de sus vidas. La mayoría se acercó a nuestro “patio” la gran playa de Cocles para compartir unos mates y pasar parte de la tarde juntos.
Así conocemos a la cordobesa Sami, que siempre llega a compartirnos algo que le pasó, alguna idea que sueña concretar... y entre mates pasamos la tarde hablando, tejiendo algún punto nuevo de macramé, compartiendo gustos de cada uno. 

la loca Sami
su gran pasión por el "clown"
"Mangueando" (ofreciendo artesanías ambulante por la playa) se acerca una linda pareja Alejandro y Simone, él de Buenos Aires, ella de Trinidad y Tobago. El viaje de cada uno los encontró, y están viajando juntos hace unos meses, nos transmiten su paz y su gran energía en cada encuentro.

la hermosa frescura de Simone
Simone y Ale
Alejo de Salta y Magalí de la Pampa, otra pareja de argentinos muy piolas, que sentados en la arena pudimos intercambiar historias y futuros proyectos de cada uno. 

los locos Alejo y Magalí
Ildefonso de Buenos Aires y Paula de Cipoletti llegaron a la playa con su guitarra y nos deleitaron con sus canciones, que utilizan como uno de los medios de sustento en el viaje tocando en bares y restaurantes. Compartimos poquitos días con ellos, pero quedamos en encontrarnos más adelante en el camino.

Idelfonso y Paula
viajan con su música como recurso en el viaje
FIESTAS DE FIN DE AÑO: NAVIDAD

En Puerto Viejo pasamos las fiestas de fin de año. Navidad, festividad un tanto ajena a las creencias que se cargan sobre la espalda pero buena excusa para compartir. Nos juntamos todos en la casa multitudinaria de los cordobeses. El loco Jony, Santiago, Andy, Peluca, Esteban, un par de cordobeses más que andaban por ahí y nosotros. Como es costumbre comimos como caballos. Hicimos como dos kilos de hummus, pasta de zanahorias, un lomo braseado con verduras a la parrilla, tortilla española bien babé, todo con mayonesa y panes pita caseros.

              
             
                  
Apenas si llegamos a las doce, algunos comieron y de semejante ingesta fueron doblándose, acurrucándose en cualquier mínimo rincón para poder descansar el estómago. Fue al instante, había gente tirada por todos lados, algunos juntaban dos sillas y se instalaban encima en posición fetal. Otros con menos suerte terminaron en el suelo con las mascotas, los más rápidos descansaron en camas y hamacas. Quedamos solos con Carola a la par de las últimas brasas. “Ya nos levantamos” fue el mensaje mentiroso de todos antes de morir. Eran como las dos de la mañana cuando desistimos de la espera y nos fuimos a la rusa después de limpiar los charcos de mayonesa y humus por la frenética ingesta navideña.

              
                    
Al día siguiente se repite la juntada para comer las excesivas sobras de la noche anterior, que de paso todo estaba mucho más sabroso y lo aprovechamos mejor.

Yoni, Santi, Andy, David y Cheché
EL ROBO ES PARTE DEL VIAJE…

Pocos días antes de Año Nuevo, amanecemos con la noticia de que nos robaron las bicicletas. Las dejamos atadas entre ellas y apoyadas a la combi. Muy confiados de que este lugar era por demás tranquilo. Como te dicen muchos viajeros “el robo es parte del viaje”, y nos tocó pasar este mal momento. Sentimos una bronca y una impotencia enorme. Hubo una anécdota con respecto a esto que nos hace reír cada vez que nos acordamos….

Esa misma mañana llega David a pedirnos la bicicleta para ir a comprar al super los ingredientes para hacer sus panes. Le cuento toda angustiada y acelerada lo que nos había pasado hacía pocas horas. David se queda helado, y apenas dice algunas palabras, que yo le sigo diciendo repetidas lo mismo…Cuando me canso de hablar se hace un silencio, lo miro a David y le pregunto: “¿Alguna vez te pasó que te robaran una bicicleta?” Y él me responde con un tono de total sinceridad y tranquilo como siempre: “Naaaa, nunca tuve bici. Usaba una que tenía mi vieja, pero una mía nunca tuve. La de ustedes era la que usaba ahora y nada más.” Casi me muero con su respuesta, me empecé a reír porque me di cuenta que lo había aturdido y sus palabras me ayudaron a dimensionar que tan sólo era una bici. Me dolía porque la usábamos mucho y era nuestra libertad de movernos por todos lados, pero pasada la bronca sabía que podríamos conseguir otra y todo seguiría igual.

Jesi y Diego son una pareja de viajeros argentinos que decidieron quedarse en Puerto Viejo, este lugar los conquistó
Diego y Jesi son una linda pareja que conocemos también en la playa. Como todas las mañana se acercaron a charlar un ratito. Les contamos la bronca de las bicis, a la media hora Diego vuelve a ofrecernos una que tenía en desuso en su casa. La bautizamos “la Poderosa”, estaba oxidaba por todas partes, no quedaba ni un pedacito sano, la chapa se desprendía en casi todos sus caños. Era todo un desafío manejarla, ir en la poderosa cinco cuadras hasta la casa de los chicos significada que se te saliera la cadena unas cuatro veces como mínimo. Engranaba mal, así que había que ir empujándola bajando los pies. Nos salvó unos días, Cheché pudo seguir vendiendo en las playas más alejadas, pero demandaba demasiada paciencia. Las bromas además eran “si te subís a la poderosa, cuidado con el tétano”. Igual muy agradecidos a Diego por el gesto de brindarnos una mano en todo lo que estuvo a su alcance.

RECIBIENDO EL AÑO NUEVO ENTRE ARGENTINOS, COMO EN CASA

Sin planificarlo con mucho tiempo se armó una linda juntada de Año Nuevo. Nos invitan esa misma tarde Pato y Tebi a pasarlo en el departamento donde están alquilando el papá de Patri que vino a visitarla. Menú para esta noche: snacks, picadita, asado, verduras a la parrilla, cebollas caramelizadas, vino y suficiente fernet recién llegadito de Argentina. Fue como volver a casa por un ratito, una juntada bien argentina, entre amigos que vivimos la misma experiencia viajera. Empezamos un nuevo año con la mejor energía. 

                          
                
Todos juntos
Clericó y mucho fernet
un gran brindis caluroso
                
                  
PUNTA UVA, un paraíso virgen y natural

Esta playa era nuestra preferida, podíamos disfrutar de meternos al mar, no era tan brusco como Cocles, que el agua te succionaba con fuerza. En punta uva la naturaleza se hacia presente con fuerza: gaviotas, palmeras al pie del agua, la arena blanca, monos, peresozos, tranquilidad pura. Nos gustó mucho y aprovechamos a quedarnos unos días a dormir ahí en la playa. Si había gente caminando armábamos el puestito de artesanías y la gente se acercaba interesados en la aventura del viaje a charlar con nosotros.


Punta Uva
              
                    
                  
                
el desayuno de todos los días
nuestro puestito en la playa
                 
                      
                  
                    
               
UN AMOR PERESOZO

En el camino a la casa de los chicos, una noche veo colgado de los cables de la luz a un perezoso. En ese momento no sabía de qué animal se trataba, era la primera vez veía a un bicho así. Se veía una bolita de pelos sosteniéndose de los cables por sus cuatro extremidades. Bajé de la bicicleta, miré atentamente y después de unos segundos el animal ni se movía. Estaba duro, inmóvil. Volví hasta la combi a contarle a Cheché que un animalito se había quedado “pegado” a los cables, que estaba muerto. Fuimos los dos a verlo de nuevo, y en eso vemos que su cabecita empieza a girar muy lentamente, en cámara lenta y da vuelta su cabecita y nos mira. ¡Qué alivio, no estaba muerto! Ahí conocí a estos adorables perezosos, con sus movimientos lentos y parsimoniosos, hacen que puedas estar largo rato mirándolos, te quedas inmotizado. Son inmensamente hermosos. Con los días encontramos más, están colgados por todos los árboles, la gente se para a mirarlos, pero nadie los molesta. En toda Costa Rica se cuida mucho a los animales y se los respeta en su hábitat natural. 

Ph: Anita Frigiotti
Gracias Anita por la foto y el video tan tierno de este peludito


Costa Rica es el primer país que no tiene zoológicos, sino que los animales están sueltos en la naturaleza, un ejemplo a seguir por los demás países.

EL COMIENZO DE UNA LINDA AMISTAD

Con Anita y Sergio pudimos compartir unos días de convivencia en la playa, disfrutamos el mar, caminamos y vivenciamos la naturaleza, sentimos la tierra, los animales... 
Hicimos taller intercambiando técnicas de artesanías, y a través de muchas charlas acompañadas de ricos mates logramos conocernos un poquito más y empezar una linda amistad. 

la rusita y la gorda a orillas del mar
Ph: Anita Frigiotti
Ph: Anita Frigiotti
Ph: Anita Frigiotti
malabareando con cocos
monitos jugando: Sergio y Cheché
Una estrella de mar bien exótica...Ph: Anita Frigiotti
                          
Ph: Anita Frigiotti
aproximación al mundo de la abeja y la flor
                 
telaraña dorada
                   
                  
Ph: Sergio Penela
                   
                  
Ph: Sergio Penela
Ph: Sergio Penela
               
                 
haciendo taller en la combi de Anita
               
                   
                   
LA RUSITA NO QUIERE SEGUIR

Está fallando el regulador y el alternador de la combi. Carga mal el voltaje y en consecuencia se nos descarga la batería. Nos hace renegar un par de veces, hasta que un día se queda parada en el estacionamiento de un supermercado chino, por más puente que le hacemos con otros autos, nada. Se empacó y ahí se quiere quedar. Esa noche dormimos ahí afuera, hasta buscar solución al siguiente día. 
Apenas amanecemos, el dueño del super, nos hace el reclamo que si podemos correr la combi del estacionamiento y dejarla enfrente, pero como sea sacarla de ahí. Le explicamos que se rompió y que por más que quisiéramos, no podemos moverla. Le pregunto por qué le molesta, que además siempre le compramos ahí, que ponga un poco de paciencia y trate de entendernos. Se da media vuelta y se va sin decir más. Asi como hubo muchos que siempre nos ayudaron, también aparecen otros que no entienden situaciones y simplemente quieren sacarte del medio. Por suerte estos son los menos, pero nos da mucha bronca que existan personas con tan poco sentido común.

Cheché se va hasta un mecánico con las dos piezas para ver si puede arreglarlas. Vuelve con el regulador nuevo y el alternador que le cambiaron los carbones. Parece que todo encaja bien. Después de esos días de espera, decidimos seguir viaje.
Al día siguiente salimos tempranito a la ruta y vemos que el alternador sigue fallando. Algo no quedó bien, vamos de nuevo al mecánico a ver que puede hacer. Lo mira, le mide el voltaje, lo sube y lo baja atornillándolo en otra posición y ninguna de estas artimañas mejora. Le ponemos un alternador nuevo y no va con nuestra combi. Así que junto con él pensamos todas las alternativas posibles pero no encontramos la solución. El mecánico se aparta un momento y va a fijarse en un auto que tiene tirado en el taller, en desuso completamente lleno de tierra, oxidado. Le saca el alternador y lo trae para probárselo a la rusa. Anduvo perfecto, como si hubiera sido pensado para ella. No podíamos creerlo, que un auto en desuso tenga la pieza que necesitábamos. Con la rusa reparada estábamos nuevamente en camino. 
Vamos hacia El Parque Nacional Cahuita...



PUERTO VIEJO fue sin dudas UN LUGAR EN EL MUNDO muy especial para nosotros. Por varias razones; porque nos sentimos como en casa desde el minuto cero que llegamos, la energía del lugar nos abrazó y nos conquistó. 
Un lugar donde hicimos grandes amigos, con los cuáles queremos seguir compartiendo momentos intensos de nuestras vidas. Algunos los veremos en Argentina, a otros prometimos volver a visitarlos aquí. 

GRACIAS amigos por la confianza y la amistad, por dejarnos ser uno más en esa casita
Anita, Lorelay, Caro, Cheché y Sergio
GRACIAS Lorelay por todo lo compartido, volveremos a visitarte y seguir compartiendo la vida. Te queremos mucho
Un lugar donde aprendimos del cuidado del medio ambiente y del amor puro por los animales.
Un lugar donde apreciamos la variedad de emprendimientos sustentables y naturales, hecho con el amor de gente que busca hacer algo distinto, algo que desea con mucha fuerza. Nos llevamos ideas, ganas, amor, compromiso, iniciativas de poder implementar algo de todo esto en nuestro entorno. El aprendizaje de que se puede empezar con poco, pero que si se tiene el espíritu y el interés de que crezca, sin duda dará sus frutos de a poquito. Nos contagiamos del empuje de buenas ideas de gente sencilla que quiere un mundo más justo y más verde.
Empezamos a vivir más de cerca lo que dicen de este país, Costa Rica: ¡¡¡PURA VIDA!!! Naturaleza virgen y gente hermosa que lo habita.

Gracias Puerto Viejo por estos hermosos meses, volveremos a recargar esa linda energía que vivimos aquí. 

…¡¡¡volveremos!!!

Carola y Cheché.