Acompañá esta entrada con este tema..."Solo se trata de vivir" versión Rubén Rada
Arequipa, ciudad blanca
En Arequipa nos recibe la familia Flores por medio de “Chamo” que contactamos por Couchsurfing. Pasamos unos bonitos días junto a ellos en la bellísima Arequipa.
Es la segunda ciudad de Perú en cantidad de habitantes. Su centro histórico es bien pintoresco y colonial. Luce bien ordenada y la gente es amable.
Muchas personas se reúnen en la plaza de Armas a compartir los fines de semana |
Descansos en las escalinatas de la Catedral |
Arequipa está situada a una altura de 2325m en las montañas del desierto de los Andes. La arquitectura en el casco histórico se caracteriza por el protagonismo del sillar. Esta piedra volcánica, blanca o excepcionalmente rosada, blanda, ligera, y resistente a la intemperie, surgió como solución estructural antisísmica. Como está construida casi totalmente en "sillar", esta es la razón que se la conoce como la ciudad "blanca".
Arcos que enmarcan la Catedral |
El exterior del Catedral es impresionante en el estilo barroco. |
Casi todo el centro histórico y sus alrededores está construida con este material volcánico. El color blanco de la piedra hace que los edificios se vean delicados y siempre bien cuidados. El mantenimiento es poco, ya que esta piedra perdura siempre igual en el tiempo.
La Plaza de Armas de la ciudad es una de las más hermosas del país. El Catedral es imponente y sutil a la vez, las galerías de compras que rodean a la plaza central son de estilo colonial.
Galerías alrededor de la plaza de Armas |
arquitectura del sillar |
Carmen (mamá de chamo) me enseña infinitas recetas con las que engordo mi libro de gastronomía. Las recetas de Carmen son bien tradicionales, la mayoría a base de ají o maíz. Su forma de cocinar, sencilla y práctica, me recuerda a mi hermosa abuela. Gran cocinera de “la pampa gringa argentina”.
Profundo Cañón del Colca
En los días que visitamos Arequipa aprovechamos para ir a recorrer el Cañón del Colca, como a unos doscientos kilómetros de ahí. Vamos en colectivo, salimos a la una de la mañana porque el viaje tarda como cinco horas. A mitad recorrido, cuando la mayoría de las personas están durmiendo y la niebla es bien intensa, el chofer hace una mala maniobra y desbarranca el colectivo. Parece como si nos vamos cayendo al precipicio, el grito de las cholas corona la situación y parece el apocalipsis. Algunas de ellas se van desparramando por todo el piso cuando de pronto el cole para su marcha. La noche esta cerradísima, no se ve a dos metros y el frió es considerable. Carola se despierta con una adrenalina que le cuesta bajar en los minutos que siguen, yo que desperté cinco minutos antes a la caída no lo sentí tanto. A todo esto, el chofer se encierra en su cabina y no abre las puertas. Las cholas reclaman a viva voz la apertura del colectivo “¡¡me quiero bajaaarrr!!” gritan algunas con los nervios desbordados al mejor estilo de karinaaa. Transcurren un par de minutos en los que no sabemos si el chofer no abre porque tiene miedo a que lo linchen o si le habrá dado un infarto. A los minutos finalmente las puertas se abren y “¡¡todos abajooo!!”, es la orden del chofer casi como enojado. Bajamos y podemos ver bien donde nos quedamos. Estamos a unos diez metros de la ruta banquina abajo. Por el camino no pasa nadie, desolación pura. El chofer da la directiva de quitar todas las piedras grandes delante del vehículo. Algunas personas envueltas en frazadas también ayudan, Carola algo shockeada todavía, también corre algunas. El chofer sube, pone primera, acelera a fondo y logra escapar de la banquina. Subimos algo asustados todavía y continuamos con el viaje. Carola sigue con miedo y no puede dormir. Para calmarla un poco le digo que los pasajes que compramos eran de turismo aventura y no se lo había dicho para darle una sorpresa, se ríe un poco y se duerme un poco menos tensionada y con una sonrisa.
A las seis de la mañana, justo cuando recién empieza a amanecer, llegamos al mirador de los cóndores. Una llovizna nos recibe. El lugar es magnífico, imponente. Ni bien apoyamos pie en la parada del colectivo se nos acerca un agente de turismo a querer cobrarnos el boleto de entrada. Con la excusa de ser artesanos, algo que todavía no nos creemos, evitamos el cobro del ticket. Todo Perú esta así, súper comercial. Te cobran hasta por respirar.
Nos quedamos bajo la tenue llovizna, que junto con el frío se hacen sentir, a la espera que el sol haga fuerza para correr las malditas nubes y así poder ver los cóndores volar. Aproximadamente ellos salen todos los días entre las nueve y media y diez de la mañana. Hora en que empiezan a aparecer las térmicas con las que planean. Rogamos al sol para que salga de su pereza matinal y nos deje ver alguno de sus rayos. Al final aparece, algo tímido pero aparece. Suficiente para generar unas pequeñas térmicas y ver planear los primeros cóndores.
Es hermoso verlos volar así con tanta paz. No creo que haya otro animal que represente tanta sensación de libertad como ellos.
Extrema libertad... |
Nos quedamos varias horas viéndolos sin que nos importe el reloj. La gente se agolpa en las barandas para ganar una mejor ubicación para ver estas gigantes aves.
planeador... |
Del Cañón vamos a visitar un pueblito cercano que se llama Cabanaconde, muy conocido para quienes visitan estos lugares. Está apenas unos kilómetros más adelante por el mismo camino.
viajando entre las nubes |
iglesia de piedra en el centro del pueblito |
las mujeres lucen sus típicas vestimentas de Cabanaconde: pollera, chaleco y sombrero con detalles bordados |
cotidianeidad |
Volvemos a Arequipa, cuesta despedirnos de tan lindas personas. Gracias familia Flores por tanta buena onda y compañía. ¡¡¡De alguna forma siguen viajando en la combi junto a nosotros!!!
Chamo nos regala para la combi unas calcomanías con la leyenda..."100% arequipeño" y la bandera de Perú |
Hermosa y cálida familia Flores |
Seguimos viaje por las rutas peruanas rumbo a Nazca. Nos acompañan y sorprenden estos increíbles paisajes...
Cultivos de cebolla |
Cordilleras nevadas de fondo
Carola y Cheché
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