Acompañá esta entrada con Las Pastillas del Abuelo, "¿Qué hago esperando un puto as?"...
Del puerto Yurimaguas hacia Iquitos...
Llegamos al puerto donde tenemos que partir hacia Iquitos. Nos topamos
con personas que suben mercaderías, otras que caminan apurados para reservar un
lugar en el barco. Mucho movimiento. Apenas entramos nos cobran la entrada de
la navegación. Nos acomodamos, alquilando cuatro hamacas para el viaje de ida a
uno de los tantos vendedores que están ofreciendo. La humedad y el calor de la
selva se empiezan a sentir demasiado. El barco es abierto en los costados, para
favorecer que el vientito corra y se sienta menos...Igual será toda una
experiencia increíble dormir en estas hamacas durante tres noches navegando por
dos ríos, hasta la confluencia con el Amazonas.
Cae la tarde y el barco sigue parado. No sabemos por qué no sale todavía
si nos dijeron a las 5 de la tarde estamos partiendo. Vamos a peguntar y nos
dicen que hasta que no se complete la capacidad máxima de personas y de cargas,
el barco no sale...Nos aclara que podemos pasar la noche ahí hasta que
salgamos. Así fue que pasamos la primer noche durmiendo en las hamacas con el
barco quieto.
Al día siguiente finalmente el barco empieza a navegar por el ancho
río...
los movimientos en el puerto antes de salir |
cargamento de mercaderías |
la vista desde las hamacas |
El sol se va a descansar hasta mañana y se esconde detrás de las nubes pomposas mientras sentado en la parte trasera del barco (nunca aprendí si es la proa o la popa) admiro este paraíso de agua dulce. De frente hay selva, a los costados selva, atrás selva. Bien espesa, densa. No se ve ni un metro adentro de la orilla y si bien el paisaje es bastante monótono desde que salimos, a mi no me aburre en nada. Quizás porque vengo de la llanura sin un puto accidente geográfico, no sé. El barco, nuestro crucero, va repleto de gente y de cosas. Arroz, maíz y azúcar como la principal carga (dieta fundamental de los peruanos), mangos, autos, herramientas. En cada pueblo o caserío el barco para a recoger gente y carga. Siempre fui malo calculando la cantidad de personas pero debemos ser unas trescientas. La mayoría durmiendo en hamacas a las cuales todavía no les encuentro posición para dormir cuatro horas seguidas.
Sigo viendo el señor sol marcharse y su reflejo casi perfecto en el agua. Una mujer baña a su hijo (las duchas son de agua de río) y lo insulta en un idioma un tanto raro “¡¡dale, dale. enjuagate esa cabeza, dale!!”. Acá en la selva hablan una mezcla de jujeño, cordobés mal imitado y brasilero. Se les entiende la mitad de las cosas hasta que te acostumbrás.
algunas leyendas en los baños tapados... |
A mi lado una señorita lucha contra su cuerpo y extirpa uno a uno los canutos de su barbilla, a mi izquierda se para un muchacho al parecer salido de un videoclip reguetonero con su musculoca apretada, sus músculos a punto de explotar, una cadena simil oro al cuello y ¡CRISTIAN CASTRO! a fondo en el celular. Lo miro feo de a ratos para que se vaya a escuchar eso a otra parte y ni siquiera me registra. Gracias a la vida, al rato viene un amigo a buscarlo y se va escuchando y tarareando su “música”.
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Carola y Agus matan un poco el tiempo tejiendo muñecos al crochet, avanzando para probar suerte en las ventas cuando lleguemos a Iquitos.
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Camino a
Iquitos vamos parando en muchos pueblitos, nos arrimamos a las orillas y el
barco deja la mercadería que le corresponde a cada población. Es todo un
espectáculo ver esto, las personas se empiezan a asomar curiosos desde las
viviendas, se juntan todos y esperan que el barco se detenga. Todos colaboran
para recoger la mercadería. Adultos y niños ayudan por igual. Todo un trabajo
en equipo admirable.
llegando a las poblaciones |
niños jugando cerca del río |
Después de tres días de navegación ya hacemos amigas de hamacas vecinas, de tantas horas compartidas, sentimos que nos conocemos de hace mucho más tiempo que estos días...
amigas de hamacas vecinas |
IQUITOS
Llegamos a Iquitos después de tres días de navegación por los ríos Ucayali y Amazonas. La primera impresión de la ciudad al llegar al puerto Masusa es chocante: mucha mugre por todos lados, perros escuálidos rompiendo bolsas para comer, gente ofreciendo mercaderías de todo tipo, mujeres, hombre y niños yendo y viniendo con muchos bolsos por todos lados. Mototaxis, mototaxis y mototaxis. Pienso, en ese momento titular a la entrada del blog “La India sudaca”.
Iquitos se encuentra en medio del Amazonas, sólo se llega por navegación a la ciudad o transporte aéreo, como no hay rutas, es por eso que hay muchas mototaxis como movilidad en vez de autos que se ven muy pocos.
carteles para extranjeros: "PLEASE NOT ESMOKING" |
Un caos la cantidad de mototaxis que hay en la entrada de Iquitos...
Agus y Ulises viajando en mototaxi... |
Después del “hola” tímido y obligado siguió con una catarata de mala onda pocas veces presenciada en el viaje. “Yo los esperaba hace unos días chicos, ahora estoy arreglando la pieza” empezó, “ahí guardo las motos y yo no los conozco a ustedes. Perdonen pero soy medio desconfiada” siguió. Era la tardecita y se nos complicaba salir a buscar algo para dormir sino salía corriendo de ahí al instante. Al final remató algo enojada, “que sean solo tres noches chicos, por favor” y nos abrió la puerta del lugar que tenia para nosotros.
Era un gallinero. La pieza era un gallinero. Literalmente. Entre medio de pollos, pollitos y gallos. Piso e’ tierra. “Allá en el fondo hay un baño si quieren”, avisó. “Se pueden bañar con un tarro que hay ahí nomas junto a la canilla”. El baño no tenía puerta. Sospechamos que dentro de su casa tenía otro baño que no quería compartir. Cuando nos fuimos a buscar algo al almacén, no nos dejó ni siquiera dejar las mochilas con las computadoras dentro de su casa.
Era un gallinero. La pieza era un gallinero. Literalmente. Entre medio de pollos, pollitos y gallos. Piso e’ tierra. “Allá en el fondo hay un baño si quieren”, avisó. “Se pueden bañar con un tarro que hay ahí nomas junto a la canilla”. El baño no tenía puerta. Sospechamos que dentro de su casa tenía otro baño que no quería compartir. Cuando nos fuimos a buscar algo al almacén, no nos dejó ni siquiera dejar las mochilas con las computadoras dentro de su casa.
era el espacio donde el marido guardaba su mototaxi y sus herramientas |
el garage donde pusimos las bolsas de dormir y el gallinero al fondo |
parecía una ferretería de barrio con un montón de figuras de mujeres pegadas en los ladrillos |
A la noche tuvimos la “suerte” de conocer a su marido que viendo la actitud poco amable de su mujer quiso reivindicarse. Vale anticipar que el hombre estaba entrado en copas. “mañana vamos a recorrer toooodooo Iquitos”, nos dijo. “los llevo en mi mototaxi”. Esto lo repitió unas diecisiete veces antes de que al fin se fue a dormir. A la mañana siguiente nos saludó, agarro su mototaxi y se fue sin ofrecernos nada. A Susana, su mujer, la vimos cuando fue a dar de comer a las gallinas. “Buen día”, nos dijo. Todas las palabras que les escuchamos decir en la jornada.
las gallinas curiosas se acercaban a nuestras bolsas de dormir... |
Y en la mañana Cheché se despierta con una gallina arriba de su cabeza subiendo...
Ojalá todo el mundo se atreviera o tuviera la posibilidad de ser nómade al menos un año de su vida. El mundo iría con otro andar, más relajado, con menos nerviosismo.
La escasez o carencia de algunas cosas te hacen valorar más todo lo que logras o lo que dejás atrás. Hay que saborear un poco la mierda para sentirle el verdadero sabor al dulce de leche. Un baño caliente, un plato de comida casera, un poco de electricidad para la computadora, ropa con olor a suavizante son casi lujos a esta altura del viaje.
Convivir con decenas de familias te hace analizar lo que querés para vos y lo que ni siquiera pensás ejecutar. El ojo clínico, la intuición se te va agudizando con las diferentes personas. Gente maravillosa que querés llevarte con vos, gente indeseable que no querés volver a ver. En sólo seis meses me di cuenta, confirmé, algo tan esencial como que amo a mi familia y a mis amigos más que nunca. Sé también que a la vuelta los voy a disfrutar mucho. Ellos no son perfectos ni tampoco quiero que lo sean, solo agradezco a la vida lo “normales” que son.
Hay dos caminos ante estas circunstancias poco deseosas. Una, agarrarse la mayor de las broncas, morirse de rabia y no entender porque existe gente de esa calaña y otra tomar toda esa impotencia y usarla para fortalecer los lazos que uno formó. Darle valor a esos sentimientos que se riegan día a día.
Me puse medio filosófico pero que se entienda, el tema no era el gallinero, ni dormir en piso de tierra. Eso es lo de menos. Que no se confunda. Hemos dormido en lugares peores. El epicentro de nuestra bronca fue la mala onda de esta mujer y la desconfianza que nos tiró encima. Nos hizo sentir los peores comegratis.
Estamos en Iquitos y ahora queremos ver animales salvajes, jaguares, monos, cocodrilos sueltos, tucanes. Estamos excitados por ver que nos ofrece esta ciudad.
Yendo a información turística y escuchando a unos de los tantos operadores turísticos que te secan el cerebro ofreciéndote excursiones nos enteramos que el río Amazonas fue declarado maravilla del mundo. Con este galardón, las agencias turísticas aprovechan en subir los precios a niveles casi imposibles para un sudamericano medio. Los precios para ver un animal en su hábitat natural silvestre rondan los doscientos soles diarios (unos 70 dólares). El ingresar a la reserva unos cien más. Aparte de esta reserva (que sería la verdadera selva amazónica virgen) hay varias excursiones más que explotan estos tipos que podrían vender tranquilamente hasta a su madre. Los tours constan de dos a tres días en bungalows súper acomodados en medio de la selva, pescando pirañas, tomando fotos con animales adormecidos en un zoológico, bailando como un idiota con unos aborígenes recién pintados y disfrazados, escupiendo con una cerbatana, viendo los mismos delfines rosados que vimos desde el barco y si aportás cien solcitos más, te dan una ceremonia de ayahuasca con un chaman de 120 años súper especializado.
Nos pareció todo extremadamente comercial, aparte de que nuestros bolsillos flacos se asustaron un poco. Las demás alternativas, esas que uno puede hacer por cuenta propia se trataban de ver animales cautivos, zoológicos y demás actividades que no nos gustaban. Todo una mentira. Es este sentido nos defraudó Iquitos.
Mercado de Belén
Mientras decidíamos que hacer, visitamos el famoso mercado de Belén. Unos de los más bizarros y poco higiénicos del mundo me atrevería a arriesgar. Ningún puesto está sectorizado , esto es que puede haber un puesto de bananas, al lado uno de lencería junto con pirañas y colindante otro de carne de cocodrilo. El piso esta inundado de una mezcla de sangre de animales, agua de origen dudoso, tierra, alguna que otra meada y vaya a saber que más. El vaho a humedad por el intenso calor y todos los olores de las carnes sin cadena de frío hace el ambiente, por momentos, irrespirable. Los puestos son bien bajitos, de chapa y adornados en su plenitud con telarañas.
Mercado de Belén
caminando por el mercado... |
buitres esperando un pedazo de carne |
toldos de mercaderías desordenados |
Carne de tortugas y bananas |
cualquier bicho que encuentran lo tiran a la parrilla |
Dentro de los animales que ponen a la venta para comer, hay unos gusanos que se llaman "suri", los tienen en palanganas con aserrín vivos, luego los lavan y los ponen en la parrilla. Los venden tipo "brochets". Probamos unos al estilo "Marley".
Suri: gusanos asados. |
fruta típica de la selva: el aguaje. |
carnicería al aire libre...cada uno en la suya... |
Decidimos visitar Pilpintiwasi.
Un centro de recuperación de animales en cautiverio. Ellos cuentan con monos, jaguares, guacamayos, coaties. Todos rescatados del tráfico ilegal.
Algunos de ellos, como los monos huapo colorado están libres y otros, como el jaguar, están enjaulados por razones obvias. Cada animal tiene su historia escrita y se puede leer en la jaula de cada uno. La idea del centro de rehabilitación es que todos los animales sean liberados en algún momento. Todo su laburo es a pulmón, el centro se mantiene con el aporte de la entrada de los visitantes, sin ningún aporte estatal.
Un centro de recuperación de animales en cautiverio. Ellos cuentan con monos, jaguares, guacamayos, coaties. Todos rescatados del tráfico ilegal.
Algunos de ellos, como los monos huapo colorado están libres y otros, como el jaguar, están enjaulados por razones obvias. Cada animal tiene su historia escrita y se puede leer en la jaula de cada uno. La idea del centro de rehabilitación es que todos los animales sean liberados en algún momento. Todo su laburo es a pulmón, el centro se mantiene con el aporte de la entrada de los visitantes, sin ningún aporte estatal.
coaties |
monos libres en medio de los árboles |
miradas |
manitos |
|
los monos con los cuidadores del centro |
No Flash |
el monito más pequeño del mundo, mide aproximadamente 15 centímetros... |
Además de la recuperación de animales, cuentan con un mariposario inmenso. El trabajo que dedican a este sector es admirable. Los voluntarios van recolectando los huevos de las mariposas hoja por hoja. Luego los depositan en hueveras especiales a la espera del nacimiento de las larvas.
En estado salvaje el uno por ciento de estos huevos llegarían a ser mariposas pero con todo este trabajo exhaustivo, los voluntarios logran que completen su proceso del tres al cuatro por ciento de ellas.
larvas de mariposas |
También en este plano liberan varias de estas mariposas para que sigan su proceso fuera del mariposario y para que polinicen las diferentes plantas que necesitan de ellas.
Punto aparte para el momento más feliz en el recorrido de este centro de rehabilitación: el contacto que hicimos con los monos.
Los voluntarios no te dejan acercarte a más de dos metros por precaución pero si ellos se acercan no hay problema.
He aquí una pequeña dosis del amor que nos ofrecieron nuestros primos monos…
acicalandose |
Nos contaban allí que los monos como una forma de relacionarse se revisan entre ellos, parece que "se sacaran los piojitos". Lo hacen por turnos como un código explícito entre ellos, primero le toca a uno, cuando deja de revisar se da vuelta y le toca al compañero. En este video se puede apreciar esta monería...
Vamos bordeando el río Ucayali, el clima está agradable y se ha levantado una leve brisa. Un alivio para el calor extremo que estuvo haciendo estos días. La gente va reposando en sus hamacas o sentados leyendo algo, todos haciendo tiempo para la hora del almuerzo. Todos con sus tuppers bajo el brazo esperando el timbre glorioso que nos arrebate el hambre del desayuno de las siete de la mañana. Acá en el barco, como en todo Perú, el arroz y el pollo en exceso no falta. Por ahí se cuela alguna menestra (legumbres) pero es mínima.
El barco va haciendo escala en su recorrido, pueblos, caseríos costeros lo reciben y los vendedores ambulantes aprovechan para hacerse el manguito diario. Venden desde pescado frito, semillas tostadas, “mascotas”, hasta bebidas, frutas y golosinas (en la mayoría de los casos, como en todo Perú, muchos niños vendiendo). Todos entran gritando sin importar que sea madrugada y los “compradores” estemos todos dormidos.
Alguien en el barco se acerca a mostrarnos la artesanía que aprendió a hacer, hecha en hoja de coco: langosta de la selva. |
Anoche nos tocó dormir en el suelo porque las hamacas baratas que compramos nos prensaban la carne como si fuéramos matambres y sus hilos se nos encarnaban en el cuerpo. El ruido del motor que hace vibrar todo el piso, es un anesteciante y te duerme en segundos a pesar de los llantos de los niños que plagaron este barco de vuelta. La gente viaja con muchos niños y más bultos. Pueden llevar consigo desde tortugas, pollitos, monos, hasta un colchón de dos plazas y sus dos mesitas de luz. Si bien la cantidad de equipaje puede llegar a ser molestia para algunos, no es mi caso. Lo que si me rompe las pelotas es el hecho de que la mayoría de los pasajeros use el río como un gran basurero. No importa si es una bolsa pequeña, una botella o gran envoltorio. Ellos lo tiran al río sin ningún pudor.
Recomendamos un relato imperdible de nuestros amigos Agustina y Ulises sobre este hermoso mono y los animales en general. Se titula "Yo" (haciendo clic en la palabra "Yo" se abre el texto de nuestros amigos)
Le dábamos mango que le encantaba, comiendo se enchastraba todo, y luego lo limpiábamos. Lo teníamos como un bebé, todos lo mimábamos. |
Un video de nuestro amigo comiendo...
Mas allá de la raza humana que siempre quiere ser protagonista en todos lados, el viaje en barco navegando por tres días esta selva gigante es único. Ver bañarse al sol en el ancho río, ver los naranjas, amarillos y ocres que forma al desaparecer. La danza de los delfines rosados al compás del barco, el canto de los pájaros al amanecer, la fusión de los ríos al avanzar nuestra nave no tiene precio.
A pesar de sus contradicciones haber vivido la selva desde adentro es una experiencia que nunca vamos a olvidar.
Carola y Cheché.
maravilloso chicos los quiero de corazon
ResponderBorrarjosi
ResponderBorrarjajaj, gracias josi!!!! te queremos mucho. gracias por leernos siempre y viajar con nosotros de alguna manera. abrazos a montones. carola y chechè
ResponderBorrarMuuyyy bueno!! No sabia que habian vivido todo esto!! Que maravilloso! Lo que no me quedo claro es si se fueron del gallinero o durmieron los 3 días ahi??
ResponderBorrarLuci, en el gallinero estuvimos solo una noche...pero todo bien, solo fue una experiencia más. Todo nos hace crecer mucho. Te mando un fuerte abrazo, Carola
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