lunes, 24 de marzo de 2014

Un oasis en el desierto. Pica, Chile.

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San Andrés de Pica 
(del quechua piqai´, "flor en la arena")

Estamos en el norte de Chile, en Pica. Algo así como un oasis en medio de todo este desierto. Es un pueblo rodeado de plantaciones de mango, limones, guayaba, y otros cítricos. Un paisaje impresionante. No se puede creer esto. Que de una tierra tan poco generosa cultiven estas exquisiteces que estamos saboreando desde que llegamos.

       
           
Logramos despegarnos de Iquique. Nos costó horrores. Estuvimos una semana intentando irnos y siempre nos aferrábamos a una excusa para poder seguir disfrutando de Alfredo, Ceci, Elena, Agus, Ulises y toda la gente linda que iba pasando por esa maravillosa casa que no le niega la entrada a nadie. Ni al más cagado de los soretes.

   
El pueblo conserva una tranquilidad admirable, la gente camina pausado, hay niños con sus perros jugando, hay pocos autos en la calle y todo marca un tiempo lento en Pica. Las cosas que vemos se aprecian mejor así, porque nos descubren a nosotros mientras caminamos. Podemos mirar todo y detenernos en cada detalle.

   
   
   
   

   
   

  
   

Típico de los pueblos de influencia española, todo se ordena alrededor de la plaza: la iglesia, el municipio, el museo con su biblioteca, y algunos comercios principales. Las reuniones más importantes suceden alrededor de la plaza. Estacionamos ahí la rusita para disfrutar de unos mates en la tarde de Pica. Se nos acercan algunas personas del pueblo para preguntarnos del viaje, intercambiar algunas palabras, y desearnos mucha suerte. Todos muy amables y dispuestos a ayudarnos en lo que necesitemos.

   


Vamos a conocer la Cocha, que son balnearios termales naturales en el medio del desierto. Esta olla natural se forma por el agua semitermal que sube o baja su nivel. Acá son más las cosas que no se pueden hacer que las que están permitidas. No se puede fumar, no se puede tirarse de las rocas que están a una peligrosa altura de un metro, no se puede bañarse con short de fútbol, no se puede hacer “pic-nic”, no se puede volver a dejar el bolso en el casillero (o sea que si te olvidaste la billetera y la querés buscar no te dejan volver a dejar el bolso) y todos los que te atienden tienen de cara de recién levantados a la décima potencia. Creo que solo falta un cartel que diga “prohibido divertirse”. A pesar de todo esto y del gordo cara de bull dog sin gracia que se hace el bañero es un lugar que vale la pena visitar. Algo de no creer ver tanta vegetación en medio del desierto…
                                  
   
Emprendemos una caminata por los alrededores del pueblo, deseosos de descubrir qué esconde toda esa vegetación tupida que se ve alrededor. A pocas cuadras de la plaza nomas se aparecen sembradíos enteros de plantaciones de cítricos y otros frutales. Todo es inmensamente verde y allá a lo lejos se siguen asomando las montañas del desierto.


                     


Nos asomamos a uno de los campos ya que vemos a unos hombres trabajando. Se acercan y nos invitan a quedarnos si deseamos. Aceptamos y nos muestra con orgullo las plantaciones que tiene con su familia. Se trata de un campo con algunos frutales: mango y limones. Es curioso ver que el suelo donde crecen estas plantas es arenoso, totalmente seco, sin verde. Nos cuenta que el riego es por acequias, una vez a la semana, abren las puertas de la canaleta e inundan el campo de borde a borde por un determinado tiempo. Luego cierran el agua y dejan secar el terreno hasta el próximo riego. Así con el clima seco, las plantas van creciendo de una forma muy especial.

                       


Las plantaciones de Pica son muy conocidas porque justamente de esa combinación de suelo arenoso y de clima seco, es donde vienen los mejores cítricos, y uno de los más conocidos es el limón de Pica, que es una especie diferente de limón del resto del país.

Se ha desarrollado fuertemente la actividad agrícola en esta zona, la mayor parte de su producción es distribuida en otras regiones de Chile, e incluso los exportan como limones de altísima calidad.

                               

                                           

   

El atardecer es para recordar, caminando nos acercamos a los puestos de dulces caseros. Encontramos toda la variedad que podamos imaginar. De todas las plantaciones que hay en Pica, hay dulces: de mango, limón, guayaba, naranja, etc. Nos llevamos unas mermeladas y unos alfajores rellenos de guayaba y mango para acompañar el mate en nuestro viaje de regreso.

En el camino disfrutamos mucho de estas exquisiteces que brinda esta tierra de Pica.
                             
                                      

Carola y Cheché


(más imágenes en la sección Fotos)

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